¿Cerebros inmortales?

Estoy segura de que alguna vez habéis visto esa típica escena en las películas de terror, donde un científico loco con el pelo en punta saca un cerebro humano de un tarro con muy mala pinta. A mí esta escena siempre me había parecido una broma, porque claro, ¿cómo va a ser posible conservar un cerebro humano fuera del cuerpo que lo contiene? Pues bien, queridos lectores, de nuevo la realidad supera a la ficción, y, estudios recientes llevados a cabo en el campo de la neurociencia avalan que es posible simular y preservar un cerebro humano, o al menos algunas de sus partes. 

Primero, empezaremos hablando de una técnica conocida como BrainEx, creada por Nenad Sestan, un neurocientífico de la Universidad de Yale, la cual ha sido capaz de mantener con vida cerebros de cerdos durante más de 24 horas, una vez extraídos del cuerpo animal. Esta revolucionaria técnica cuenta con un sistema artificial de bombeo de sangre, encargado de mantener el cerebro perfectamente sano en todo momento. Sestan, sin embargo, asegura que no ha sido capaz de demostrar que dichos cerebros posean consciencia, por lo que cabría la posibilidad de que se encontraran en estado de coma. No obstante, afirma que su modelo se podría aplicar en otras especies, tales como los primates. 

Este proyecto vio la luz en abril de 2018, cuando Sestan y otros 16 neurocientíficos especializados en bioética publicaron el estudio en Nature. En él, se aventuraron a reflexionar sobre las consecuencias que podría tener experimentar con tejido cerebral humano. Concluyeron que muchos de los mitos urbanos que se están promoviendo actualmente en el campo de la neurociencia son solo eso, mitos. “No es ni remotamente posible trasplantar cabezas humanas”, afirmaron.

Por otro lado, otro proyecto de investigación, pretende preservar el cerebro humano más allá de la muerte, registrando todas sus conexiones y almacenándolas digitalmente. Sería algo así como transferir la mente humana al disco duro de un ordenador. ¿A qué os parece una locura? A mí casi me explota el cerebro cuando lo leí. 

Sin embargo, este proyecto ha generado una gran controversia en el campo de la neurociencia. Hongjun Song, neurocientífico de la Universidad de Pensilvania, defiende que conocer únicamente las conexiones cerebrales no sería suficiente para preservar un cerebro humano, sino que necesitaríamos saber cómo nuestro cerebro computa la información; y si realmente se podrían preservar todas las biomoléculas implicadas en los procesos memorísticos y mentales.

Finalmente, hablaremos de un nuevo término que a mí personalmente me encanta: los organoides o minicerebros. Estos se forman a partir de células madre que dan lugar a neuronas que se interconectan entre sí, formando estructuras minúsculas, de tan solo unos milímetros. Independientemente de su tamaño, poseen la capacidad de funcionar como un cerebro. Ha sido un equipo de la Universidad de California en Davis el que ha cultivado minicerebros humanos que han generado sus propios vasos sanguíneos. Ben Waldau, neurocirujano del equipo, asegura que dicha investigación se encuentra orientada hacia la creación de partes de cerebro para trasplantes. 

Sin embargo, después de hablar sobre estos pequeños cerebros, deberíamos preguntarnos ¿para qué sirven? Pues bien, su principal objetivo es ofrecer un nuevo modelo experimental para estudiar el desarrollo y las enfermedades del cerebro, así como para reemplazar a los animales de laboratorio en el ensayo de tratamientos y fármacos.

Escrito y redactado por: Lorena Izquierdo Álvarez

Dibujado por: Sonia González García

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