Vencejos: Los eternos voladores
Si levantamos la vista al cielo a partir del mes de abril, es posible que veamos una pequeña silueta con alas estrechas desplegadas en forma de hoz y cola levemente bifurcada, surcando los cielos de forma incansable. Se trata, sin duda, del vencejo común (Apus apus).
Esta ave posee una longitud de unos 17 centímetros de largo. La envergadura de sus alas es algo mayor, 48 centímetros, aproximadamente. Pesa alrededor de 50 gramos y su esperanza de vida, tanto en cautiverio como en estado salvaje, ronda los 21 años. Su plumaje cuenta con una coloración marrón oscura en la zona dorsal y una mucho más tenue en las primeras plumas de las alas. Su barbilla y garganta, mientras tanto, se caracterizan por ser de color beige. Además, es relevante destacar que, una vez alcanzada la edad adulta, no se distingue dimorfismo sexual ni plumaje estacional, es decir, machos y hembras lucen igual en todas las estaciones.
El vencejo común perteneciente al orden de los Apodiformes es considerado uno de los animales mejor adaptados al medio aéreo, gracias a su cuerpo aerodinámico. Sin embargo, como no le era suficiente con ser un resabiado acróbata del aire, es también, un excelente escalador debido a sus pequeñas patas con cuatro dedos orientados hacia delante, equipados con potentes garras. Las cuales emplea para aferrarse a las rocas y paredes de marcada inclinación, uno de sus escasos contactos con tierra firme junto con la anidación.
Otra de las curiosas cualidades de nuestro eterno volador es su gran romanticismo. Los vencejos son monógamos, es decir, conservan la misma pareja durante toda la vida. Durante el invierno, la pareja emigra por separado a África, para después reencontrarse con la llegada de la primavera en Europa de forma muy especial. El macho “casado” realiza el reconocimiento de su antigua colonia, donde ocupará el mismo nido que todos los años y lo defenderá del posible ataque de otros machos que busquen anidar por primera vez. Tras este proceso, se produce la llegada de la hembra, poniendo fin a la separación de los enamorados. En la oscuridad del nido, macho y hembra emiten un chillido característico que solo ellos reconocen, dando por comenzado el cortejo, que finalizará con la puesta de los huevos.
Tras el período de incubación, que oscila entre los 19 y 25 días, los polluelos llegan al mundo. Sus progenitores los alimentan a través de una bolita compuesta de unos 300 insectos, tales como insectos voladores, pulgones o arañas arrastradas por el viento. Sin embargo, si el alimento escasea a causa del cambio de clima, los polluelos entrarán en algo similar al estado de hibernación, reduciendo su temperatura corporal y ralentizando su metabolismo. Dicho fenómeno podrá prolongarse unos 7 días, gracias a la reserva de grasa. Si, desafortunadamente, el mal tiempo dura más de lo esperado, el vencejo recurrirá a una estrategia conocida como Fuga de Tempero, donde el ave huirá del temporal elevándose en el cielo, para después, volar decenas o cientos de kilómetros hasta un lugar soleado donde buscar insectos para alimentar a los polluelos. Cabe destacar que no mantienen el pico abierto continuamente durante el vuelo, sino que, atrapan a sus presas selectivamente gracias a su ávida vista y sus ágiles reflejos.
Finalmente, a mediados de julio se pone fin a la alimentación de los polluelos. Estos se asoman por primera vez al hueco del nido y vislumbran el mundo que les aguarda. El hambre será el detonante que les hace saltar y alzar el vuelo, despidiéndose así del hogar que los vio nacer. Se convierten pues en acróbatas del aire. A partir de ese instante, se dedicarán a alimentarse y poco a poco comenzarán a oír cada vez con mayor intensidad una voz que los guía hasta África. Antes de alcanzar su destino final, llegarán al sur de Europa para, posteriormente cruzar el Mediterráneo, atravesar el desierto del Sahara y continuar hasta la zona centro y sur del continente africano.
Los jóvenes vencejos no volverán a Europa hasta que en ellos florezca el instinto de reproducción, dando comienzo así a un nuevo ciclo de la vida. Porque como dijo Miguel de Unamuno: “...Han vuelto los vencejos, los del año pasado, los de siempre, los mismos de hace siglos, los del año que viene, los que vieron volar nuestros abuelos encima de sus frentes natura fuerte, verán también volar, negros y leves…”.
Escrito por: Lorena Izquierdo Álvarez
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